Álbum de fotos:
• Bay of Plenty y zona geotermal
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Fecha Actividad Tramo Distancia (Km) Asc. Acc. (m) Desc. Acc. (m) 4-Ene-19 Bici De Auckland a Waitawa Bay 64.6 369 379 5-Ene-19 Bici De Waitawa Bay a Pukorokoro shorebird center 40.8 281 282 6-Ene-19 Bici De Pukorokoro a Tararu 55.1 87 77 7-Ene-19 Bici De Tararu a Waihi beach 72.8 207 205 8-Ene-19 Bici De Waihi beach a Omokoroa 43.6 224 208 9-Ene-19 Bici De Omokoroa a Papamoa beach 40.3 164 172 10-Ene-19 Bici De Papamoa beach a Rotorua 63.2 540 233 11-Ene-19 Bici De Rotorua a Rotorua 9.2 16 13 12-Ene-19 Bici De Rotorua a Waitike 48.1 493 413 13-Ene-19 Bici De Waitike a Wiarakei 73.2 838 806 14-Ene-19 Bici De Wairakei a Taupo 9.6 160 170
Llegamos de vuelta a Auckland con unos quilos de más ganados en Barcelona (regalo de Papa Noel). Recogemos las bicis del taller y en un par de días nos ponemos en marcha. Nos dirigimos hacia la zona geotermal de la isla Norte, localizada en su centro-norte, entre las ciudades de Rotorua y Taupo.
Salimos de Auckland hacia el sureste, hacia la bahía donde desemboca el río Thames, bautizado así por el capitán Cook cuando exploró esta área (suroeste de la península de Coromandel). El encanto paisajístico de esta zona no compara con la que exploramos en el norte, pero aun así hay varios lugares a destacar. Un aspecto positivo de esta área es la cantidad de kilómetro de ciclovía dedicada, lo cual hace el pedaleo mucho más agradable, lejos de la circulación. Varias de las etapas discurren por lo que aqu’i se llama Grandes Rutas en Bici (Great Rides). Incluso existe una App que proporciona información de los puntos de interés a lo largo de la ruta. En esta zona centro-norte se nota más la presencia maorí, tanto en la composición de la población como en la abundancia de esculturas y símbolos en las ciudades, puentes, rótulos en los dos idiomas, etc.
Pasamos la segunda noche en la reserva de Pukorokoro, cerca del estuario del Thames. Esta reserva es un santuario para pájaros migratorios de largo recorrido que pasan el verano aquí. La playa tiene muy poco desnivel y las mareas bajas dejan muchos kilómetros cuadrados de arena repleta de alimento para estas aves. Algunas de ellas vienen aquí desde Alaska directamente, sin escalas, ¡12.000 km de una tirada! La mejor hora para avistarlas desde las casetas observatorio es durante la marea alta, cuando el agua las empuja playa arriba. El ave estrella de la reserva es el Godwit, que se concentra en miles aquí. De entre las muchas que visitan esta reserva hemos podido avistar los elegantes pied stilts, cisnes negros, espátulas reales, ostreros, garzas de cara blanca y varias más que no hemos conseguido identificar. Tenemos suerte pues la marea alta hoy es al atardecer y al amanecer, así que podemos hacer un par de visitas a los observatorios sin tener que pasar un día entero en la reserva.
El calor ha aumentado considerablemente desde que dejamos de pedalear a principios de diciembre. Además, el sol es acuciantemente intenso. Por suerte el terreno es muy llano y podemos avanzar relativamente rápido sin mucho esfuerzo. Una de las etapas más bonitas de estos primeros días es la que atraviesa la base de la península de Coromandel. Discurre por la antigua vía férrea de Karangahape, que daba servicio a las minas de oro en la garganta del río Ohinemuri. La ruta pasa por un puente colgante sobre el río e inmediatamente por un túnel adecuadamente iluminado, seguido de otro puente colgalnte. Por el lado Este de la garganta todavía circula un viejo tren para turistas. Hacia el mediodía, hacemos una parada en su estación para dejar pasar lo peor del calor y reabastecernos de agua. Esta ciclovía está muy concurrida por caminantes y ciclistas, todo con un aire muy familiar. Hay que tener en cuenta que ahora en Nueva Zelanda no sólo son las vacaciones de verano sino también las de Navidad y muchas familias de Auckland las pasan en las playas de esta zona.
En los dos días siguientes, seguimos la costa de la Bay of Plenty, la bahía gigante en el centro-norte de la isla Norte. El calor sigue apretando, pero es el sol ardiente lo que hace los días más pesados. Toda esta zona es muy agrícola, especialmente dedicada al cultivo de aguacates y kiwis, y prácticamente no quedan bosques. Después de pasar la noche en Papamoa Beach, dejamos la costa y nos vamos en dirección Sur hacia Rotorua, una de las zonas de Nueva Zelanda donde la actividad volcánica es más presente.
El viaje se pone más interesante al llegar a Rotorua y sobre todo entre Rotorua y Taupo donde abundan los parques con actividad geotérmica. En pleno centro de Rotorua hay un parque con lagos de agua hirviendo, fumarolas y pozas de barro en ebullición. De hecho, ciertas partes de la ciudad huelen a los gases sulfurosos que emanan del subsuelo.
La primera etapa de la ruta entre Rotorua y Taupo discurre por una ciclovía genial. Además de conectar tres zonas geotermales estupendas, tiene un tramo por un bosque frondoso y sombrío. Con las bicis cargadas no se puede disfrutar al máximo el camino estrecho y lleno de giros cerrados, pero aun así es divertido y nos mantiene a la sombra por unos cuantos kilómetros.
La primera zona volcánica en el recorrido es Mangunui. De sus varios puntos de interés, quizás el más destacado es el cráter del infierno. Se trata de cráter con un lago de aguas azul turquesa todavía humeantes que resaltan sobre las paredes oscuras que lo contienen. Varios tramos del recorrido a pie por el parque bordean el río que conecta los lagos de aguas termales. Donde el agua está más caliente se depositan los minerales que el agua en ebullición trae disueltos desde el subsuelo. A los lados del riachuelo hay géiseres y pequeñas pozas burbujeantes. Es en esas zonas donde se acumulan microbios de varios colores. En las zonas más calientes dominan las marrones y anaranjadas. A medida que el agua se aleja del punto de emanación, se enfría. A esa temperatura viven microbios verdes. Como el agua se enfría gradualmente, los colores de los microbios tienen un gradiente que acompaña el flujo del agua. Cuando las emanaciones están en llano, normalmente se forman colonias de microbios de diferentes colores en forma de anillos concéntricos. Los anillos centrales normalmente sólo tienen deposiciones minerales, pues el agua está demasiado caliente para cualquier forma de vida y en general son de color blanco o rosa pálido. Luego vienen los microbios anaranjados, marrones y finalmente los verdes en el anillo más exterior. En las formaciones en que el agua sale de una pared y baja formando una cascada, los colores están más en franjas horizontales con una buena dosis de caos natural, como para hacer las formaciones aún más espectaculares. En ocasiones se forman terrazas o bancales con una mezcla de cascadas y zonas llanas donde se forman patrones de formas y colores fantásticos.
El segundo parque geotermal está en Wai-o-Tapu. Las formaciones que más nos han impresionado son el lago de cava y el baño del diablo. En el lago de cava se produce un constante burbujeo de gases subterráneos que le da nombre. En las zonas sumergidas de las orillas se acumula minerales con antimonio, de color anaranjado. Las irregularidades por encima de la superficie del agua caliente son minerales con sílice, de color blanco, que destacan con el naranja que los rodea. El agua tiene un color verde por la cantidad de minerales disueltos. El viento empuja una neblina de vapor místico, creando un ambiente especial.
Otro de los puntos que destacan en Wai-o-Tapu es en baño del diablo. Los nombres relacionados con el infierno y el diablo con los que se bautizan las formaciones geotermales son una constante en todo el mundo. No es de extrañar si uno se imagina el infierno como un lugar caluroso y humeante, con llamas por todas partes y apestando a azufre. El baño del diablo es una pequeña laguna de un color verde espeluznante que sólo existe en la paleta de colores sobrenaturales. Es un verde lima, casi fosforito, pero el agua parece espesa, como más densa de lo normal. Y está demasiado quieta. En las otras formaciones hay carteles informativos que explican de qué minerales se componen las diferentes estructuras. Amarillo para el azufre, púrpura y rosado para el manganeso, blanco para el sílice, etc. En el baño del diablo no hay panel explicativo. El último que recordamos, un centenar de metros atrás, hablaba de arsénico, antimonio, molibdeno (elementos del sistema periódico que seguro son venenosísimos), además de ácido clorhídrico y sulfhídrico, dos de los ácidos más corrosivos. Posiblemente, todos ellos se escurren pendiente abajo y se mezclan aquí. No nos sorprendería que las golondrinas que lo sobrevuelan y anidan en las paredes del cráter tengan una esperanza de vida reducida. O a lo mejor cuando oscurece los ojos les relucen de ese verde malévolo y les salen colmillos y garras…
Pero la tercera de nuestras visitas del día es la mejor: Waikite Valley Thermal Pools. Un conjunto de piscinas con aguas termales a diferentes temperaturas alimentadas por un géiser cercano. Algunas incluso están entre helechos con vistas al río humeante. Y además tienen un camping donde podemos pasar la noche. Perfecto final de día. La temperatura de las piscinas va entre los 35 y 40 grados y tienen todo tipo de minerales que seguro son supercurativos y beneficiosos para el cuerpo. Con el calor acumulado en nuestra primera pasada por las piscinas, nos damos un paseo en bañador hasta el géiser que proporciona estos placeres. No se trata de un géiser que explota periódicamente, sino de un flujo constante de agua que sale a borbollones. Los helechos y la vegetación densa rodean la emanación. El agua sale a 90 grados, así que suponemos que en algún momento la mezclan con agua fría para no escaldar a los clientes. De regreso nos volvemos a sumergir en el agua calentita en otra sesión recuperadora para nuestros músculos.
La visita estrella del tramo siguiente hasta Taupo son las terrazas geotermales de Orakei Korako. Para llegar hasta ellas hay que cruzar en barca un lago. Una vez al otro lado, al cabo de pocos pasos se encuentra la terraza esmeralda. Además de los increíbles juegos de colores y formas de los minerales y los microbios, tiene un géiser que entra en acción cada pocos minutos. Cuando lo hace, primero avisa con unas gárgaras graves y a continuación vomita agua hirviendo a borbotones desde lo alto de la pared de la terraza. El agua humeante baja por los escalones naturales de colores hasta llegar a la zona llana donde su temperatura ha bajado lo suficiente para permitir las colonias de microbios. Un poco más adelante en el recorrido está la garganta del demonio. Una cavidad rodeada de minerales rosa y púrpura que emite unos sonidos guturales profundos. En otra zona hay un cráter con lodo denso burbujeante donde las pompas de barro parecen estallar a cámara lenta. En la superficie del barro se forman líneas oscuras entre las zonas de burbujas. Es una más de esas curiosidades de la naturaleza que se empeña en crear escenas de fantasía. En este parque también hay una de las pocas grutas geotermales del planeta. En su fondo hay una poza de agua cristalina caliente donde las maoríes se acicalaban para ocasiones especiales. En otra de las emanaciones se han formado unos cristales de azufre espectaculares. Los gases que salen por la abertura son sulfúricos y se depositan lentamente haciendo crecer ramificaciones amarillas muy vistosas.
Desde que salimos de Auckland, el sol ha sido demasiado fuerte para pedalear con comodidad así que hemos decidido volar a Queenstown, al Sur de la isla Sur, para pasar el pico del verano allí. Aunque esto supone una ruptura para la continuidad geográfica del viaje, preferimos no pasar tanto calor ahora y luego, además, pasar frío en el otoño austral que sería cuando llegaríamos al Sur. Después de recorrer los alrededores de Queenstown, seguiremos pedaleando hacia el Norte. Así que en el siguiente episodio os contaremos nuestras aventuras en Fiordland, la parte más sudoeste del país.
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