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• Los Alpes del Sur
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Fecha Actividad Tramo Distancia (Km) Asc. Acc. (m) Desc. Acc. (m) 3-Mar-19 Bici De Oamaru a Duntroon 54.3 509 377 4-Mar-19 Bici De Duntroon a Te Akatarawa 53.4 181 45 5-Mar-19 Bici De Te Akatarawa a Omarama 41.9 429 259 6-Mar-19 Bici De Omarama a Ohau Lodge 42.9 513 387 7-Mar-19 Bici De Ohau Lodge a Twizel 38.0 103 183 8-Mar-19 Excursión Sealy tarns 5.4 539 522 9-Mar-19 Bici Mirador Hooker valley y Tasman lake 21.5 333 361 10-Mar-19 Bici De Mount Cook Village a Lake Pukaki 59.7 253 455 11-Mar-19 Bici De Lake Pukaki a Lake Tekapo 44.3 276 83 16-Mar-19 Excursión Glaciar Rob Roy 14.9 527 522 17-Mar-19 Bici De Wanaka a Makarora 67.5 513 483 18-Mar-19 Excursión Refugio Brewster 3.8 953 21 19-Mar-19 Bici De Makarora a Pleasant flats 38.1 429 1643 Total 496.9 5558 5341
Después de recorrer la costa del Sudeste de la isla Sur, nuestro próximo destino son los Alpes neozelandeses. Uno de los Great Rides precisamente une la costa con los Alpes. El circuito oficial comienza al pie del Mount Cook, la montaña más alta del país y termina en Oamaru, en la costa, justo donde estamos. La mayoría de los ciclistas recorren el camino en ese sentido pero nosotros vamos a ir al revés. En realidad no hay mucha diferencia. La base del Cook está sólo a 600 metros por encima del nivel del mar, lo cual no representa un desnivel muy significante comparado con todas las subidas y bajadas que hay por el camino.
Los tres primeros días no tienen un interés especial, pero pedalear por este Great Ride es una buena manera de acercarte a los Alpes evitando las carreteras. En un par de los campings en los que pasamos la noche, dos familias kiwi nos invitaron a cerveza fría. Otra prueba de lo amables que son.
El interés paisajístico comienza a partir de Omarama. Las llanuras están cubiertas de hierbas altas, secas ya al final del verano, con ese color dorado tan bonito al atardecer. Al final de esa jornada se llega al lago Ohau, el primero de los lagos alpinos de la zona. El agua de estos lagos proviene de los glaciares de las montañas en el parque nacional del Mount Cook. El parque tiene un porcentaje muy alto de los tres miles del país y la zona a la que nos dirigimos tiene un montón de glaciares. El agua de los ríos y lagos glaciares tiene un color especial, un azul turquesa precioso debido a la cantidad de sedimentos en suspensión que contiene. El color dorado de las praderas contraste con el azul intenso del agua, creando imágenes increíbles.
Al cabo de un par de días llegamos al Mount Cook Village, puerta de entrada al parque. Nuestra primera excursión sube a los Sealy tarns, unos estanques de montaña a 1300 m de altura. El cielo está totalmente cubierto y no se ve ni un pico, ni un glaciar. De hecho, cuando llegamos a los estanques estamos dentro de una nube y apenas se ve el valle que hemos dejado muy abajo. Judit tiene la corazonada de que el día aclarará, así que decidimos comer aquí, en la nube, con un frío que pela, mientras esperamos un milagro. Al cabo de una hora el milagro se produce. De repente nos damos cuenta que hay una ventana de cielo azul a media altura. Los bordes de la ventada son difusos pero hay algo extraño en el borde derecho. Las líneas ahí están mejor definidas. ¡Es el glaciar de la cima del Monte Cook con una nube pegada a él! Nos cuesta unos segundos comprender lo que estamos viendo. Se ha abierto un agujero en la niebla centrado en la cima del Cook. Poco a poco la ventana se va abriendo, mostrándonos la arista que lleva a la cima, el glaciar en el valle, el lago en el que el glaciar descarga sus icebergs. Una capa de nubes persiste y nunca llegamos a ver la postal limpia, pero la vista es extraordinaria, sobre todo comparada con la que teníamos un par de horas atrás.
Cuando nos vamos a dormir, el cielo todavía está claro y la cantidad de estrellas en el firmamento infinita. La Vía Láctea se ve clarísimamente, la Cruz del Sur, Sagitario, Escorpión. Todas las constelaciones están ahí arriba. Nos despertamos a las 4 de la mañana para ver si el cielo todavía está despejado. Afortunadamente ya no. Nuestros planes de subir otra vez a los Sealy tarns a ver la salida del sol sobre el Cook se ven frustrados y desgraciadamente nos tenemos que quedar durmiendo calentitos en el saco. Al cabo de 3 horas nos vamos de excursión por el valle del Hooker, una alternativa mucho más llana. Llegamos hasta el lago del mismo nombre desde donde podemos ver los segundos rayos de sol iluminando la cumbre del Cook. El agua calmada del lago refleja los picos y las aristas. En el lago flotan tranquilamente icebergs desprendidos del frente del glaciar. Por la tarde nos vamos en bici al lago Tasman. Desde el mirador se ven muchísimos icebergs con algunos tres miles de fondo.
Para acabar el recorrido en esta zona nos acercamos al Lago Tekapo, situado en una zona especialmente favorable para la observación de las estrellas. Ahí nos apuntamos a un tour nocturno guiado para aprender más y usar los telescopios que el tour proporciona. Por supuesto, aunque se pueden ver a simple vista, orientamos el telescopio a las nubes de Magallanes. También a estrellas que aunque parecen individuales, en realidad son varias supuestamente orbitando alrededor de un agujero negro. Enanas rojas, gigantes azules. Esperábamos más de los telescopios y menos gente en el tour. Pero hay pocas oportunidades de ver las estrellas como aquí así que teníamos que probarlo. Para nosotros el firmamento sigue siendo un misterio. Las distancias son inconcebibles, las fuerzas que lo mantienen en movimiento incomprensibles y la belleza infinita.
Nuestro siguiente destino es el parque nacional Mount Aspiring. Para llegar nos desplazamos en bus hasta Wanaka para evitar el tráfico de la carretera. Según algunos ciclistas que nos hemos encontrado por el camino, hay zonas donde no hay cuneta y llega a ser incluso peligroso pedalear en ese tramo. La primera excursión en el parque nacional Mount Aspiring es al mirador del glaciar Rob Roy. Entre la masa de hielo y la dura roca surgen incontables cascadas que se escurren pared abajo dando saltos suicidas. En particular hay una, la más bonita, separada de las demás, que no se arrastra por las paredes, sino que vuela en caída libre. No tiene nombre pero se podría llamar perfectamente el velo de la novia (como tantas otras). Por su orientación y la hora del día, el sol sólo llega a iluminar la cabellera rubia de la novia y el viento se lleva el velo blanco de lado.
Por fin llega el momento de subirse al sillín de nuevo. Salimos de Wanaka en dirección a la costa Oeste. Nuestra ruta remonta el río Wahea hasta el lago, resigue su orilla hasta que cruzamos la angostura que nos lleva a orillas del lago Wanaka. El día es espectacular y disfrutamos durante todo el camino de magníficas vistas. Acampamos en Makarora desde donde al día siguiente unos checos nos llevan hasta el comienzo de la excursión al refugio Brewster. Las bicis se quedan en el camping. Una vez llegados al comienzo del camino cruzamos el río, nos volvemos a poner la botas y empezamos a trepar por lo que parece el sendero. Más que caminar, vamos utilizando las raíces de los árboles como escaleras para remontar la pendiente brutal. Sobre la cota 1200 salimos del bosque lluvioso y entramos en la zona donde sólo sobreviven pequeños arbustos y hierbas. El sendero sigue por la cresta que separa los dos valles que nos flaquean. Las vistas son increíbles. Por la canal a nuestra izquierda baja el agua del deshielo del glaciar del monte Brewster en una serie de cascadas encadenadas. Cuando llegamos al refugio, nos encontramos con una imagen de postal. La pradera donde está ubicado cubierta de hierbas doradas, la roca gris oscuro al otro lado del valle y las múltiples cataratas separándolas. La puesta de sol también es de lujo. Al Oeste está el Monte Aspiring (que da nombre al parque nacional) rodeado de otros tres miles. Desde el valle por donde hemos trepado sube una masa nubosa espesa. Por encima de los picos hay otra capa de nubes. Entre medias están las cimas. El sol ya casi en el horizonte lanza sus últimos rayos ardientes hacia nosotros. Algunos de los picos más lejanos proyectan sombras radiales sobre la capa superior de nubes generando un efecto que nunca habíamos visto. Ha valido la pena el esfuerzo de subir hasta aquí.
Por la mañana nos despierta el griterío de los 4 keas que vienen a visitarnos antes de que salga el sol. Cuando empezamos el camino de regreso, la cresta del sendero justo empieza a estar iluminada por el sol. De regreso al parking donde empieza el camino, le pedimos a una turista alemana si nos puede llevar de vuelta a Makarora donde dejamos las bicis ayer. En Makarora, reponemos fuerzas y empezamos a pedalear. La primera parada es en las Blue Pools, un afluente del río Makarora que vierte sus agua azules por una garganta estrecha. Ayer ya las visitamos con la pareja Checa. Hoy volvemos para darnos un chapuzón. Claro, delante del público, no se puede bacilar y nos metemos a lo macho, como si no estuviera fría. Al llegar a cierta profundidad no podemos esconder una mueca que deja claro cómo de helada está.
Seguimos nuestro camino en bici y cruzamos el collado Haast, entrando oficialmente en la West Coast. La bajada hasta la localidad de Haast es preciosa, además de divertida. Se abren valles estrechos a ambos lados, cruzamos innumerables torrentes y las pared de la carretera gotea agua por todas partes entre musgos y helechos. Al llegar a nuestro destino, las pastillas de freno huelen a quemado y seguro que los discos queman. Desde el camping se ve al fondo de la llanura por donde el río Haast se escurre, una cadena montañosa cubierta por un glaciar. Hemos llegado a la tierra de los glaciares.
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