Álbum de fotos:
• Salta y Jujuy
Alojamiento y comida:
• Restaurante Pasionaria (Salta)
• Milrose Cafe (Salta)
• Hostel Salta Por Siempre (Salta)
• Restaurante Maragaza (Jujuy)
• Restaurante Lola M. (Jujuy)
• Hotel El Arribo (Jujuy)
Taller de bicis:
• Bicicletería Manresa (Salta)
En esta etapa cubrimos las capitales de las dos provincias más al Noroeste Argentino (conocido como el NOA): Salta y Jujuy. Las dos ciudades se encuentran separadas unos 100 km, trayecto que recorremos por el camino de cornisa, una carretera secundaria muy tranquila que atraviesa una zona de yungas.
Del 17 al 21 de Junio de 2011: Salta
22 de Junio de 2011: De Salta a Jujuy (Perfil)
23 de Junio de 2011: San Salvador de Jujuy
El 17 de Junio es un día marcado en el calendario de fiestas de Salta: se conmemora la muerte del General Güemes, héroe local de la lucha contra los realistas, o sea, los españoles. Sin duda el evento más espectacular de la celebración es el desfile de cientos y cientos de gauchos a lomos de sus caballos por las calles de la ciudad. Cada agrupación de gauchos sigue en formación al portador de su estandarte. Todos, hombres, mujeres y niños llevan el obligado poncho salteño, color vino con dos rayas negras a lo largo (el mismo tipo que vimos tejer artesanalmente cerca de Seclantás, en los Valles Calchaquíes). Bajo el poncho lucen sus mejores galas. La mayoría de los hombres calzan botas altas con espuelas; los pantalones bombachos por dentro de las botas y ajustados en la cintura por el fajín. La camisa blanca queda prácticamente oculta por el pañuelo de cuello y por la chaqueta a juego con los pantalones. Los conjuntos más elaborados llevan cenefas en las mangas y perneras. El sombrero de ala recta sujeto al cuello y, por supuesto, el cuchillo gaucho a la espalda completan el uniforme de gaucho. Cuando van a caballo, las piernas quedan protegidas por un parapeto de piel que se sujeta a la silla de montar. Las mujeres montan de lado, sin parapeto y luciendo sus largas faldas, que sólo dejan ver las botas relucientes y, a veces, los encajes del viso blanco. Todos desfilan orgullosos, algunos serios, otros con aspecto jovial. Unos pocos comandan a sus caballos a ejecutar pasos de doma.
Salta es la primera de las ciudades argentinas que visitamos con marcado carácter colonial. Su mayor exponente: el Cabildo, sede del gobierno de la ciudad, ubicado en su plaza central. Se trata de una plaza adoquinada, con un parque en el medio, rodeado por otros edificios emblemáticos, entre ellos la Catedral. Es una isla de tranquilidad, en el bullicio de las calles del centro, que invita a sentarse en una de las mesas al aire libre de los cafés de la plaza, y disfrutar del buen clima mientras se saborea una tacita de café expreso. Argentina debe ser uno de los pocos países que aún conserva esa tradición cafetera de acompañar el café con un vasito de agua con gas, tradición que ya se ha perdido en Barcelona pero que los abuelos todavía recuerdan, y que además aquí se complementa con una pastita de té. A parte de los monumentos históricos, sus calles son una secuencia de casas coloniales, de 1 o 2 plantas, con puertas de doble hoja de madera y picaporte, frisos decorados con escudos (o cuanto menos, con la fecha de construcción) y ventanales protegidos por rejas. A través de algunas puertas entreabiertas podemos vislumbrar un patio central con columnatas, al estilo de los claustros de los monasterios. Desafortunadamente, algunos de estos patios, así como las fachadas de muchos de los edificios necesitan una urgente rehabilitación. Las aceras son estrechas y el tráfico es intenso, masivamente dominado por taxis y remises. Raramente hay semáforos, y si acaso hay alguno es para la circulación rodada, no para peatones, lo cual hace del hecho de cruzar calles una actividad de riesgo en la ciudad. Hacia el norte de la ciudad se encuentra la calle Balcarce y sus alrededores. Esta es una zona donde se concentran los restaurantes y pubs, con un marcado carácter turístico, especialmente las peñas que allí se encuentran. Salta es capital folklórica, y su máximo exponente son precisamente las peñas, lugares de reunión de músicos y cantantes, donde además puedes cenar o tomar un trago. Tradicionalmente, cualquier ‘espontáneo’ podía saltar al ruedo e iniciar un canto que será seguido por el resto de los asistentes. En esta zona turística, las peñas son más restaurantes con espectáculo folklórico que otra cosa. Afortunadamente, nosotros pudimos encontrar una peña que aún conserva su carácter tradicional. Se trata de la Casona del Molino, al oeste de la ciudad; un restaurante tipo masía, con clientela mayormente local (a diferencia de las peñas de Balcarce) que se sabe y canta las canciones que los músicos interpretan.
Famosas son, en toda Argentina, las empanadas salteñas, en disputa por el primer puesto con las tucumanas. Las empanadas son como las empanadillas españolas. Se diferencian en el contenido. Las más comunes son las de carne o pollo, pero también se pueden encontrar de charqui (carne secada al aire), queso y otras variedades que los locales critican por no ser las tradicionales. Se pueden degustar empanadas tanto en los restaurantes más sofisticados como en las paraditas callejeras. Las mejores que nosotros probamos fueron en la Casona del Molino.
Uno de los museos que más nos impresiona es el Museo de Arqueología de Alta Montaña. En él se exponen hallazgos arqueológicos Incas encontrados en la provincia. La mayoría de ellos han sido encontrados en las cumbres de la cordillera de los Andes, enterrados en cámaras como parte de las ofrendas a sus dioses, en lo que se ha denominado Adoratorios de Altura. El museo está construido alrededor del importante descubrimiento del adoratorio de altura en la cima del volcán Llullaillaco a 6739 m., en 1999. Allí se encontraron los cuerpos de 3 niños pertenecientes a la cultura inca, junto a un centenar de objetos. Entre los objetos nos llaman la atención unas pequeñas estatuillas de oro de hombres vestidos con ropas finamente tejidas y tocados de plumas. El frío, la baja presión atmosférica, la baja humedad y la estabilidad térmica del ambiente en el que los niños y los objetos (tejidos, bolsas de coca, tocados de plumas, cerámica, etc.) fueron enterrados han hecho que se hayan preservados en un estado increíblemente bueno. Sin duda, la vitrina más sobresaliente, controvertida y un poco macabra es la que muestra el cuerpo de uno de los 3 niños sacrificados. El niño que está expuesto en estos momentos tenía alrededor de 7 años. Como todos los varones de la élite incaica lleva el cabello corto y un adorno de plumas blancas detrás de la cabeza, sostenido por un hilo de lana alrededor de la frente. El estado de conservación es tan bueno que se pueden apreciar en perfecto estado los tejidos musculares, como el antebrazo o los deditos de la mano. Entre su ajuar se encontró una caravana de llamas en miniatura conducida por hombres ricamente vestidos. Cada uno de los elementos que acompañaban a cada uno de los niños poseía un significado preciso dependiendo de la posición respecto al cuerpo y de su material. La doncella y la niña del rayo, como se conocen a las otras dos niñas, se encuentran en cámara criopreservativas, donde se estudian y conservan. Periódicamente el cuerpo expuesto es sacado de la cámara de exposición, devuelto al laboratorio y reemplazado por otro de los niños de Llullaillaco.
Otro de los museos que definitivamente vale la pena visitar es el Museo Pajcha. Éste recoge piezas de varias de las culturas precolombinas de Latinoamérica y las compara con las artesanías que todavía hoy se pueden encontrar en América Central y Sudamérica. En particular tiene una buena colección de máscaras, de joyas mapuches y tejidos de varias culturas de las costas de Perú. Uno de los aspectos principales que el museo destaca es la fusión entre el catolicismo y las creencias de las religiones prehispánicas que los artistas indígenas dejaron plasmadas, de manera medio oculta en algunas ocasiones y muy clara en otras, en retablos, columnatas, frisos, lienzos, etcétera. Esta sección del museo muestra fotos de frisos de diferentes iglesias y catedrales donde los dioses Sol y Luna se mezclan entre los santos y la iconografía clásica católica. También pinturas de vírgenes de piel oscura como la de los indígenas. Diego, uno de los responsables del museo, que nos va guiando por las diversas salas, nos vuelve a hablar de los Ángeles Arcabuceros. Él nos aconseja que visitemos la pequeña iglesia de Uquía, en la quebrada de Humahuaca, donde se encuentran las pinturas originales. Además nos recomienda las fachadas de algunas de las iglesias de Potosí para ver más muestras de esta interpretación andina del cristianismo.
En la Catedral encontramos un altar central al más puro estilo barroco, ricamente recargado y recubierto de láminas de oro. Las capillas laterales albergan retablos del mismo estilo con la Virgen finamente vestida con tejidos bordados en oro y plata, y Jesucristo crucificado rodeado de objetos de oro y plata. También nos llama la atención el fervor de los creyentes, muchos de ellos jóvenes. Pero una vez más, el cartel a la entrada de la catedral nos recuerda la dualidad de cristianismo y sincretismo en el que cree esta sociedad.
A parte de saciar nuestras necesidades culturales, no pasamos por alto la importancia de descubrir la gastronomía salteña, desde la más tradicional a la que mezcla tradición con creatividad culinaria ;-). Nuestras recomendaciones las tenéis en el panel lateral.
El “camino de cornisa” que une Salta y Jujuy atraviesa una zona de yungas, caracterizada por la frondosidad de la vegetación, por los líquenes colgando de las ramas de los árboles y, por supuesto, por los cielos cubiertos de nubes que le proporcionan la humedad. La carretera supera un collado suave de 400 metros de desnivel. La densidad de tráfico es muy baja, pues todos los vehículos usan la carretera principal para viajar de una ciudad a la otra. A lo largo del camino vemos bandadas de urracas, de loros y un par de parejas de pájaros carpinteros. También hay una gran cantidad de ganado ovino y equino suelto. El recorrido rodea parte del Embalse Las Maderas. Este embalse tiene la forma peculiar de una mano y la carretera pasa por la punta de varios de los dedos.
No se trata de un recorrido espectacular, pero mucho mejor que la carretera principal y que pasar por el estrés de cargar las bicis en un bus. Por supuesto, tanto la salida como la entrada a las capitales, no es agradable, pero ambas tienen carriles bicis que alivian lo peor. En resumidas cuentas, una jornada tranquila, agradable y recomendable para ir de Salta a Jujuy.
Aprovechamos la estancia en Jujuy para visitar el Museo Arqueológico Provincial, el Cabildo y pasear por las calles. El museo contiene una reducida colección en no muy buen estado de cerámica, herramientas y otros objetos de las culturas locales pre‑hispánicas, así como una sección con cráneos con deformidades con fines estéticos. Sin embargo, una pieza destaca de entre todas. Se trata de una estatua de 3000 años de antigüedad tallada en piedra dedicada a la diosa de la fertilidad: una mujer dando a luz que pertenece, presumiblemente, a la cultura San Francisco que habitó la zona de yungas. La pieza fue encontrada en uno de los terrenos de cultivo de caña de azúcar. Para no estorbar en la producción de azúcar, la empresa propietaria de las tierras donó la estatua al museo, pero nunca permitió ninguna exploración del sitio. Parece que como la caña es una de las fuentes de ingreso principales de la provincia, las azucareras tienen poder sobre el gobierno local. En fin, volviendo a la escultura, su peculiaridad es que la fisonomía de la madre y del hijo parecen más propias de una cultura de Mesoamérica como la Olmeca o Azteca que del noroeste argentino.
En el Cabildo visitamos la Sala de la Bandera que, además de albergar la bandera original de Jujuy creada por el general Belgrano, contiene todas las banderas de todas las provincias argentinas. Hay que destacar la de Buenos Aires distrito federal: un águila agresiva sacando una lengua bífida por el pico, con varios polluelos igualmente fieros a sus pies. Muy de acuerdo con el control centralista que ejerce la capital.
Visitamos también el Museo de Arte Sacro en la Iglesia de San Francisco. La visita guiada, exclusiva para nosotros dos, es muy ilustrativa. Podemos apreciar desde columnas y confesionarios de madera labrados por la escuela potosina, pasando por relicarios de plata, hasta una colección de lienzos de Diego de Aliaga representando las 14 estaciones del vía crucis (de hecho 13, ya que uno de los lienzos se perdió). Nos llama la atención un violín, introducido por los jesuitas en el siglo XVII, especialmente arraigado en la zona del Chaco, y que actualmente es uno de los instrumentos básicos de las chacareras, canciones folklóricas muy populares que además integran charangos.
Jujuy, la ‘tacita de plata’ como se la conoce, es una ciudad con un aire moderno, pero que aún conserva algunos rasgos coloniales (casitas de 1 o 2 plantas con friso ornamentado, grandes ventanales y algún que otro patio interior). Su ritmo es urbanita, con paso acelerado y resolutivo. Nuestra percepción es que hay muchísimos colegios, pero no conseguimos descifrar el horario escolar, ya que hay niños en la calle a todas horas. La parte alta de la ciudad es más tranquila; un barrio residencial con buenas vistas de la ciudad.