Álbum de fotos:
• Festividad de la Vírgen de Urkupiña
• En moto por Trini
Alojamiento y comida:
• Hotel Piesta
Parece que hemos llegado justo a tiempo para presenciar las fiestas de la Virgen de Urkupiña. A mediodía del domingo, varios grupos folclóricos desfilan por la plaza central luciendo sus vestidos tradicionales y bailando al ritmo de las bandas que los siguen. En la mayoría, los hombres y las mujeres van por separado. Las mujeres llevan vestidos más elaborados, con faldas superpuestas. Los trajes de los hombres son de estilo occidental y lo único que destaca es la matraca que hacen sonar al compás de la música. Entre medias de unos y otros, unas chicas vestidas a modo de drag queens se pasean sobre sus plataformas con vestidos destellantes. También hay otro personaje llamativo. Se trata de un hombre con una máscara típica de los carnavales de Oruro. El pobre lleva una gruesa chaqueta larga bordada de un azul eléctrico precioso pero los 36 grados de temperatura lo deben estar cociendo dentro. Los seguimos hasta el barrio de Pompeya, donde acaba el desfile y empiezan las rondas de cerveza fría.
Por la noche, mientras pasamos el calor en la terraza de un restaurante de la plaza, empieza la sesión nocturna de desfiles. Ahora les toca el turno a los jóvenes. Para esta celebración han venido a Trini grupos de varias poblaciones de otros departamentos del país y esto se ve muy claro en el tipo de vestimentas que llevan. Los grupos de la zona andina van cubiertos de cabeza a pies, mientras que los de la zona amazónica apenas llevan ropa. Una de las agrupaciones que más llama la atención lleva unos zapatos con unos platillos a modo de espuelas. La danza que ejecutan consiste en un zapateado que los hace sonar mientras voltean. Su vestido tradicional es muy vistoso, con rayas multicolores sobre una tela de fondo negra. A la vez que dan vueltas, agitan un pañuelo rojo que llevan en la mano. Los grupos amazónicos tienen ritmos más alegres y bailes más movidos, dando saltos. Parte de su indumentaria incluye grandes coronas de plumas que van desde la cabeza hasta el suelo. Los trajes son de telas finas y brillantes, con lentejuelas de colores vivos. Algunos de los participantes llevan las caras cubiertas por máscaras de personajes grotescos. El último acto de la noche es la misa y santificación de las estatuillas que cada grupo ha traído de sus poblaciones, antes de sacarlas a hombros y dar una última vuelta a la plaza.
El siguiente día lo dedicamos a museos. Primero el etnoarqueológico, que consiste en dos partes bien diferenciadas. Por un lado se exhiben los trajes de las danzas tradicionales del Beni, de los cuales la más famosa es la de los macheteros de San Ignacio de Moxos. El elemento más destacado de este traje es la corona semicircular de plumas de cola de paraba (guacamayo). La mayoría de las danzas del departamento del Beni tienen una base religiosa, pero mezclan elementos indígenas o resultantes de su interpretación de la religión católica. La segunda parte del museo, expone algunos restos de cerámica y fotografías aéreas de las culturas hidráulicas de las regiones inundables del Beni. Se supone que antes de la llegada de los conquistadores, existió una cultura que construyó canales y plataformas de tierra elevadas para controlar las inundaciones estacionales y utilizarlas en su beneficio. A base de redireccionar los cursos de agua y de acumularla en lagunas artificiales, mantenían la tierra de sus cultivos húmeda pero no anegada. Se sabe muy poco de estas culturas, debido a la falta de estudios, pero también por los pocos vestigios que se han encontrado en buen estado. El clima, sobre todo la humedad de la región, favorece el envejecimiento y destrucción de cualquier resto arqueológico.
Los otros dos museos que visitamos son el ictícola y el botánico, localizados en el campus universitario. En el primero conservan unas 400 especies de peces de la zona amazónica del Beni en peceras de formol. Entre ellos destacan un ejemplar joven del delfín rosado boliviano, conocido localmente como bufeo, una chuncuina de más de metro y medio de largo y varias especies de pirañas. Resultan divertidos los comentarios adicionales de la chica que nos va guiando sobre cómo cocinar algunas de las especies y de lo ricas que saben. En el botánico tienen colecciones de semillas, frutos y maderas de la flora del departamento. De regreso a la ciudad presenciamos cómo los bomberos atrapan a un puerco espín que se había subido a un tejado. El pobre bicho acorralado se defiende con sus púas y es necesario 3 bomberos para apresarlo.
El ritmo de los paseos por Trinidad es reposado, para no sudar demasiado. Los únicos momentos en los cuales uno tiene que hacer un corto sprint es al cruzar las calles. El flujo de motos es constante y denso durante todo el día y la noche. De la misma manera que uno puede sentarse en un banco de la Rambla de Barcelona a ver pasar gente, nosotros nos sentamos en la terraza de un bar a ver la variedad de motos y sus tripulantes. El concepto de moto aquí es diferente. Por un lado, una moto es un vehículo familiar donde pueden viajar 1, 2, 3, 4 o hasta 5 personas. Por otro, en una moto se puede hacer de todo. Hablar por el móvil no tiene ninguna gracia, eso lo hace todo el mundo. Comer, beber o dormir mientras te sujeta mamá son actividades habituales aquí. En el panel de la izquierda hay un link a un álbum de fotos dedicado al uso de la moto en Trini.